Durante los últimos diez años psicólogos, médicos, docentes e investigadores notaron un aumento abrumador de niños hiperquinéticos o con déficit de atención en todo el planeta.
Se los comenzó a tratar con ratilina, un medicamento que según recientes investigaciones no es una solución a largo plazo del problema sino simplemente una droga que serena temporariamente a los niños y; paralelamente, surgió una teoría en los Estados Unidos que interpretó el fenómeno desde un punto de vista poco menos que revolucionario.
Según esta teoría -muy bien fundada por centenas de expertos y enunciada por Lee Carroll y Jan Tober en el libro Los niños índigo-, la hiperactividad y la falta de atención son rasgos distintivos de niños con capacidades intelectuales y emocionales que escapan al patrón de lo considerado "normal" hasta el momento.
Como surge el problema de la hiperquinesis
Esto se debe a una mutación en la especie humana, que está evolucionando desde diversos puntos de vista. La prueba de este cambio sería el nacimiento de estos chicos apodados los niños índigo.
Estas criaturas tienen ciertos rasgos distintivos, a saber: un altísimo nivel de autoestima, una inteligencia superior a la media aunque con frecuencia son alumnos mediocres, no aceptan una autoridad absoluta, se sienten frustrados con una educación poco creativa, son inconformistas porque descubren modos de hacer mejor las cosas, parecen antisociables a menos que se encuentren con personas parecidas a ellos, no son nada tímidos para manifestar sus necesidades.
Para que estos chicos logren dar lo mejor de sí es preciso respetarlos como personas, incluso cuando son bebés. De este modo los adultos podrán ganarse su respeto y guiarlos sin tanto conflicto.
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