viernes, 15 de febrero de 2008

Despues del parto

El nacimiento del bebé es, para algunos investigadores, algo así como el inicio del último trimestre del embarazo, ya que la mamá y el bebé tardan ese lapso en cortar un cordón umbilical psicológico y también físico que los mantiene unidos aunque el nacimiento se haya producido. En esta nota, todos los cuidados que deben tenerse en cuenta durante el cuarto trimestre, una etapa maravillosa pero muy delicada para madre e hijo.


Imaginemos que el parto ya pasó. El cordón umbilical ha sido cortado, en consecuencia técnicamente el bebé y la mamá son ya dos individuos, dos seres separados que bien o mal pueden sobrevivir el uno sin el otro. Sin embargo, según algunos investigadores modernos, la mujer seguirá "embarazada" tres meses más, que es el tiempo durante el cual otro cordón umbilical, invisible pero tan fuerte como el original, seguirá conectándola con su niño. Este periodo de tiempo, que en algunos casos se acorta y en otros se extiende un poco, es conocido como la depresion post parto.

¿Qué le sucede al bebé en este lapso? ¿Cómo logrará independizarse de quien le ha dado la vida? ¿Y qué le pasará a la madre? ¿Qué revolución se producirá en sus hormonas, en su psiquis, en su vida de relación y en su vínculo con el mundo? ¿Cómo dejará a lo largo de esta etapa de sentirse embarazada para asumirse lisa y llanamente como mamá? Intentaremos describir en esta nota todo el proceso, un proceso tan complejo como fascinante, del que no siempre tenemos clara conciencia pese a su importancia para la salud de las mujeres, los niños y la futura sociedad.


La mama y el bebe despues del parto



Un cuarto trimestre dividido en cuatro


Existe cierta tendencia social a pensar el nacimiento como un cuento de hadas, como un evento que finaliza allí mismo, obviamente con un final feliz, al que nada hay que agregarle. "El pequeño nació, todos fueron felices y comieron perdices...", es en cierta forma la fantasía que muchas mamas y sus familiares comparten mientras la criatura está formándose en el vientre.

Y de esta forma todo lo que viene después de ese nacimiento, la permanencia en el sanatorio, el inicio de la lactancia, la cicatrización de la episiotomía, la llegada a casa con el pequeño desconocido, las noches de insomnio, las visitas oportunas o inoportunas de los familiares, la vida en pareja y otros muchos cambios -que la maternidad provoca necesariamente en la vida cotidiana— pasan desapercibidos, o al menos son temas tabú de los que nadie habla en voz alta mientras dura la dulce espera.


Abordaremos entonces este período y, para su mejor estudio, lo dividiremos en cuatro momentos fundamentales: Los días de permanencia en la clínica,- la llegada a casa,- el primer mes y el comienzo de la vida sexual.



La permanencia en la clínica


Antiguamente las mujeres solían parir en sus hogares y luego, durante la recuperación, una vecina o familiar cuidaba de los restantes niños. Esta costumbre tenía una cara positiva, ya que la parturienta no debía adaptarse a un sitio nuevo y a un ser nuevo a la vez, pues estaba en su hábitat, y no le era impuesto el agotador ritmo hospitalario (aunque madre y niño estén durmiendo la hora de la revisación médica es sagrada y eso suele impedir un descanso adecuado).

Pero también parir en casa tenía una cara negativa, ya que rara vez la mujer conseguía realmente desentenderse durante un lapso de las tareas domésticas y ocuparse pura y exclusivamente de ella y del niño. Es importante saber que en estos primeros días, aunque todo haya salido bien, madre y niño se encuentran en estado de shock. La mujer sufre una especie de regresión, pues se siente indefensa, requiere de cuidados especiales y también suele hacer lo posible por llamar constantemente la atención del entorno.



Aún la llamada depresión postparto no ha aparecido, ya que suele presentarse junto con la "subida" de la leche, al tercer o cuarto día. Pero las dudas sobre la lactancia, el miedo a la crianza y los dolores del entuerto (cólicos postparto) o de los puntos de episiotomía o ce¬sárea son abrumadores.

Por su parte el bebé está en un ambiente nuevo y agresivo. Sólo el cuerpo, la voz y la leche de su madre logran conectarlo con su vida anterior y por eso lo calman y lo ayudan a perder el miedo. Estos días de permanencia en la clínica son algo así como el inicio del cuarto trimestre, etapa de simbiosis absoluta, en la que madre y niño son aún una entidad y sufren muchísimo cualquier separación física, que lamentablemente a veces es necesaria como en el caso de los niños que permanecen en incubadora por algún problema de salud.

0 comentarios:

Publicar un comentario